martes, 2 de julio de 2013

la casa del apache se desmorona

La casa del apache se desmorona

Cuatro días de sueño ininterrumpido y la misma luz entrando por la ventana. La ciudad se repite como lo hace el estribillo de una mala canción que llega a lo más alto de la lista. Debería esta regenerado, limpio como un yonqui  de buena familia. En cambio todo sigue igual, mis arterías llenas de desesperanza y mis ojos más inútiles después del sueño . Tenías razón, este país sin los Kennedy es sólo una ciudad fantasma. Da igual que Biolay homenaje a la matriarca del clan, da igual que mi teléfono móvil parezca está relleno únicamente por  esa melodía y no por el infalible(ya sé que esa palabra ahora es solamente tuya) sistema operativo del señor Jobs,  los Kennedy están muertos y América es un país sostenido por zombis obesos.
El sueño no ha conseguido modificar el rumbo de mi mal humor, el oeste de mi  cuerpo sigue malhumorado. ¿No te preguntas por qué?  Quizás allí donde tú duermes no sea una venganza soñar con dos hombres. La casa del apache se desmorona.

jueves, 27 de junio de 2013

Segunda noche en la casa del apache

Miro mis pies, imposible adivinar el lustre inicial de mis botas. Las huellas de mi paseo por el desierto las han hecho cambiar de tamaño, de color. Quizás incluso hayan dejado de ser mías. Vuelvo a casa con menos piel, nadie sabe que en la oscuridad el desierto también quema. El sueño me habla al oído y me confiesa que le doy asco. Un asco no figurado. Me tumbo en la cama y cojo el primer libro que hay sobre la moqueta. Los solteros acumulamos nuestra  vida sobre la moqueta, sobre las sillas, cualquier lugar es bueno para imaginar que seguimos vivos.  Abro el libro y aunque  siempre me has dicho que las casualidades no existen, quiero pensar que la casualidad será en esta larga noche  la  mujer que cuidará de mí, la que pondrá  su mano sobre mis párpados para hacerme dormir.  A mí alrededor, Bukowski toca sus platillos de payaso borracho, me habla de mujeres  y de dioses que nos vuelven locos. Lo escucho. No esperaba esta improvisada fiesta. Tenemos sed y nada en la nevera.  Podría abrir la puerta y despertar a los vecinos, podría abrir las puertas de todas sus neveras y escupir este desierto que me impide dormir dentro de ellas, pero no lo hago, sólo escucho la voz áspera y embustera del poeta más lúbrico del mundo.  Vuelvo a acordarme de ti que también duermes poco, pero por suerte habitas dentro de una vigilia menos patética que la mía.  Charles me mira, sonríe y a través de su aliento de hombre muerto me cuenta el secreto de mi vigilia: “La historia de la melancolía / nos incluye a todos”

miércoles, 26 de junio de 2013

Primera noche en la casa del apache



El insomnio convierte mi casa en La casa del apache. La motocicleta de Dennis Hopper ruge en la habitación, pero no abre caminos. No consigo negociar con la insumisión de mis párpados. Pienso en ti despierta y llena de movimientos.